viernes, 27 de julio de 2012

A los por nacer


Bertolt Brecht
A los por nacer (1938)

1

Verdaderamente: vivo en tiempos tenebrosos.
La cándida palabra es necia. Una frente tersa revela insensibilidad.
Y si alguien ríe es que no le ha llegado todavía la noticia terrible.

¿Qué tiempos son éstos, en que es casi un crimen hablar
de los árboles porque eso supone callar sobre tantas maldades?
Ese hombre que va tranquilamente por la calle,
¿es ya acaso inaccesible a sus amigos en la necesidad?

Cierto: yo me gano la vida todavía.
Pero creedme: es por casualidad.
Nada de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por caso me respetan (pero si cambia mi suerte estoy perdido).

Me dicen: ¡Come y bebe, sé alegre tú que tienes!
Pero ¿cómo voy a comer y beber si le arranco al hambriento
lo que como y mi vaso de agua le falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.

También me gustaría ser sabio.
Los viejos libros dicen que es sabiduría apartarse de las luchas
del mundo y pasar el breve tiempo sin temor.
También renunciar a la fuerza, devolver bien por mal,
no cumplir los deseos, sino olvidarlos dicen que es sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de eso:
verdaderamente, vivo en tiempos tenebrosos.

2

Yo llegué a las ciudades en la hora del desorden,
cuando reinaba el hambre.
Me mezclé entre los hombres en la hora de la rebelión
y me indigné junto con ellos.
Así transcurrió mi tiempo,
el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

Comí mi pan entre las batallas.
Me eché a dormir entre los asesinos.
Cultivé sin respeto el amor
y fui impaciente con la naturaleza.
Así transcurrió mi tiempo,
el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

A una ciénaga llevaban en mi tiempo todos los caminos.
Mi habla me traicionó al matarife.
Poco pude. Pero los amos
habrían seguido más seguros sin mí: ésa fui mi esperanza.
Así transcurrió mi tiempo,
el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

Pocas eran las fuerzas. La meta estaba muy lejos
Pero era ya visible, aunque para mí apenas alcanzable.
Así transcurrió mi tiempo,
el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

3

Vosotros, los que surgiréis del pantano en que nosotros
hemos sucumbido pensad, cuando habléis de nuestras debilidades,
también en el tiempo de tiniebla del que os habéis librado.

Porque, a menudo, cambiando de patria más que de sandalias,
fuimos desamparados a través de la guerra de las clases,
cuando todo era injusticia y faltaba la cólera.

Mas no por ello ignoramos que también el odio contra
la vileza desencaja al rostro, que también la cólera
contra la injusticia enronquece la voz.
Sí, nosotros, que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.
Vosotros, cuando se llegue a tanto que el hombre sea
un apoyo para el hombre, pensad en nosotros con indulgencia.

Traducción: Manuel Sacristán (1925-1985)

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